viernes, 30 de marzo de 2012

Viernes

Los viernes solían ser buenos días. Tenías dos días por delante para hacer un montón de cosas, ir al cine, de compras, de cena con los amigos, al fútbol, intentar superar el récord de estancia seguida en un sofá...

Los gobiernos, en su infinita sabiduría, y teniendo en cuenta cómo está el patio, decidieron, hace tiempo, fastidiarnos los viernes. Ahora los viernes son los días en los que nuestros políticos nos dicen que estamos al borde del Apocalipsis y nos proponen medidas para evitar transformarnos en Mordor. Hoy toca presupuestos.

Eliminado pues el viernes como día estupendo, tenemos que buscar otro, fuera de sábado y domingo, que lo sustituya.

El lunes no puede ser, es cuando te incorporas al trabajo, si tienes, y hay que ser muy retorcido para ir con alegría. Los únicos que van de esa forma son los mismos que no lloraban el primer día de colegio. Gente poco fiable y a la que conviene evitar.

¿El martes? Bueno, se te ha pasado el sofocón de volver al trabajo, pero todavía nos queda casi la semana entera de duro esfuerzo, no, los martes no.

¿Miércoles? No parece mal día, lo suficientemente alejado del lunes y lejos aún del recientemente fastidiado viernes. Lo malo del miércoles es que no puedes hacer lo que hacías los viernes, si acaso ir al cine por lo del día del espectador. No llega al nivel, es como un suplente con aspiraciones de titular.

El jueves nunca fue un mal día. Era, como si dijéramos, el previo al súper día de la semana, el viernes. Por desgracia, el jueves sigue siendo el día previo al viernes, que ahora es un día de mal agüero.

Eliminados los días de diario, nos quedan sábado y domingo. El domingo es un día un poco deprimente, al día siguiente tienes que trabajar, así que sólo nos queda el sábado.

Decidido pues. A partir de ahora, el sábado, tendrá la doble función de sábado y de viernes. Cuando toca apretarse el cinturón, toca apretarse el cinturón, incluido con los días que molan.

Me dice un compañero que él, los sábados, hace limpieza en casa, va a Mercadona a comprar y visita, sábado sí y sábado no, a sus suegros. Tendremos que seguir pensando.


Los mayas predicen el fin del mundo para el 21 de diciembre, curiosamente, cae en viernes.

viernes, 16 de marzo de 2012

Mi pesadilla

La conocí mucho más delgada.
No es que estuviera prendado de ella, pero, a medida que me hacía mayor, más me daba cuenta de que, si evidentemente no era amor, sí era necesidad. La necesitaba.
Luego, durante años, convivimos juntos, y admito que nunca le hice demasiado caso. La usé y punto, sin preocuparme demasiado por las consecuencias de mis actos. No me culpo por ello, en esa época, todos somos bastante insensibles, miramos más para nosotros mismos.
Después ya sabéis lo que pasó.
Se fue haciendo gorda, cada vez más gorda, gordísima. Se transformó en un ser deforme al que seguía necesitando. La seguía usando igual o más que cuando no era así.
Ahora es un monstruo irreconocible, que me asfixia, que me obliga a vivir prácticamente para ella, que no tiene piedad de mí, quizá en venganza por los años en los que la usaba y la ignoraba a partes iguales.
He intentado librarme, he buscado alguna salida, algo que me haga respirar de nuevo. Lo he hablado con amigos que, curiosamente, están en mi misma situación, pero no es posible. Mi vida está organizada en torno a ella, y no sé cómo salir de ese círculo vicioso.
Hace tres días que no la veo, pero no me engaño, aunque quizá gane una pequeña batalla, la guerra siempre la perderé. Mañana no podré evitar ir a verla. Y a usarla.
Conozco a muchos en una situación parecida, pero no es consuelo, la verdad.
Personalmente, la que uso es la súper de 95 octanos. Otros usan diésel, no importa el nombre, todos somos cautivos de ella.
Ya que voy, compraré leche que se está acabando

lunes, 12 de marzo de 2012

Gruñones

Al poco de nacer, y pasado el tiempo preceptivo en el que somos una bola a la que pellizcar y felicitar cada vez que eructa, los padres tienen la difícil tarea de transformarnos en seres humanos. Para ello nos corrigen permanentemente. Al ser la tarea muy pesada, pocos años después se unen los profesores que, mientras nos educan, también nos intentan transformar en algo más que bultos sospechosos.
Luego, en la adolescencia, aparece la novia/o que, una vez pasado el tiempo prudencial de acoplamiento (de la pareja, se entiende), nos corrige de los pequeños defectos que tenemos. A tu pareja añádase al amigo/a que ha madurado antes que tú e intenta ponerte a su nivel.
Creces y, si tienes suerte, encuentras un trabajo. Ahí se une al carro el jefe. Este te regaña, corrige y toca las narices por instinto.
A todos estos, hay que añadir al hermano mayor, la tía soltera ….
Y, cuando creías que nadie se iba a subir al carro, tenemos un nuevo integrante de tus educadores perpetuos. El político regañón.
Este nuevo espécimen ha nacido hace poco. Su función consiste en legislar y al mismo tiempo decirnos que las medidas que toma las hace por nuestra mala cabeza. Nos trata como a niños a los que hay que educar explicándoles todas las cosas que haces mal. Y por la cantidad de regañinas que nos estamos llevando últimamente, parece que hacemos muchas cosas mal. Pues bien, se acabó.
A partir de hoy juro solemnemente que no voy a permitir a nadie que me diga si lo que hago está bien o mal. A nadie. Nadie en este mundo tendrá derecho a corregirme. Mis errores serán míos y no objeto de debate de medio mundo. Nadie tendrá el derecho de regañarme. Nadie en el mundo…
Bueno, quizá a mi mujer sí la deje, ella lo hace por mi bien. Y a mi madre también, no vaya a fastidiarle la diversión, bueno y a mi jefe, total, él no iba a dejar de regañarme… Por otro lado mis amigos lo hacen con cariño, así que también les dejaré, y el perro del vecino me ladra, pero es porque paso cerca de la puerta así que tampoco podré evitarlo. El kiosquero tiene toda la razón, no puede ser que le pida que me guarde la cartilla del periódico y luego no aparezca en dos semanas.
Mi médico de cabecera no me regaña a mí, es más bien regañar a mi genética, así que no cuenta. Al panadero tampoco lo cuento, nos regañamos a medias. Con mi vecino también es mutuo y además relaja, en el fútbol es lógico que tus compañeros te griten y tú a ellos, al taxista de la estación le jode que le hagas llevarte a cien metros y te lo tendrás que comer, y a la de la carnicería o la matas o te aguantas que te regañe.
El policía que grita que tires está haciendo su trabajo, el dentista lo hace, pero por cuidar tu salud dental, lo que no es normal es que pise justo cuando ha terminado de fregar la mujer de la limpieza, así que también tiene su lógica y…
Bueno, mira, porque se suba uno más al carro tampoco nos vamos ahora a romper las vestiduras. Sean bienvenidos los políticos gruñones.
Total, les pienso hacer el mismo caso que al perro de mi vecino…

lunes, 5 de marzo de 2012

Mayas, venid ya, please

Queridos Mayas, una cosita:

Venid, acabad con nosotros antes de tener que chuparnos la campaña electoral.

Venid, no permitáis que nuestros últimos días en la tierra sea escuchando la pelea de patio vecinal de cada 4 años.

Venid, ya sea en forma de Hidra gigante, dragón furioso o jinetes del apocalipsis, y, si no tenéis caballo, venid andando, pero venid.

Que un fuego purificador acabe con toda esta movida.

Que una fina lluvia se transforme en un océano que arrase con todo. Y, si puede ser:

A.- Permitidnos primero ver cómo las agencias de calificación perecen entre horribles sufrimientos.

B.- Después estaría bien que acabárais con los más guapos. Sé que eso me incluye, pero así es la vida. Sería injusto ser feo y caer de los primeros.

B.- Dejad mudo al primer científico que diga "yo ya lo sabía". Encima que vamos a perecer no vamos a tragarnos al enterado de turno.

C.- Si puede ser, el fin del mundo en dolby sourround y en 3D. Dejadnos extinguirnos con elegancia

D.- Intentad, en la medida de lo posible, que haya conexión Wifi y 3G hasta el último momento. Los últimos tuits serán para recordar. Aunque, si morimos, poco vamos a recordar. Al menos nos extinguiremos descojonados.

Y si resulta que es mentira, que el fin del mundo no toca, disculpad las molestias.

Con cariño:

Votante hastiado.